
En un mundo cada vez más interconectado, los conflictos en África continúan siendo un foco de atención no solo por su impacto regional, sino también por las implicaciones globales que conllevan. El reciente informe de The Africa File, publicado por el equipo de análisis de amenazas críticas, arroja luz sobre dos situaciones particularmente alarmantes: el avance del grupo rebelde M23 respaldado por Ruanda en la República Democrática del Congo (RDC) y las maniobras políticas y militares en Sudán que involucran a actores internacionales como Rusia e Irán.
República Democrática del Congo: El Ascenso de M23 y la Inestabilidad en el Este
El este de la RDC ha sido durante décadas un epicentro de violencia, desplazamiento masivo y explotación de recursos naturales. Sin embargo, los acontecimientos recientes marcan un punto de inflexión preocupante. El grupo rebelde M23, apoyado por Ruanda, ha logrado capturar Bukavu, la capital provincial de Kivu del Sur, el 16 de febrero de 2025, tras una ofensiva que comenzó a mediados de enero. Este avance no solo consolida el control de M23 sobre el este del país, sino que también abre la puerta a una expansión más profunda hacia el interior de la RDC.
Los Avances Militares de M23
El M23 ha progresado en múltiples frentes. Tras tomar Bukavu, el grupo avanzó hacia el sur por la carretera RN5, acercándose a Uvira, una ciudad clave cerca de la frontera con Burundi y un centro de transporte hacia el lago Tanganyika. Al mismo tiempo, se desplazó hacia el suroeste por la RN2 rumbo a Kamituga, un núcleo minero de oro, y hacia el norte en la provincia de Kivu del Norte, amenazando Lubero, el último bastión de las Fuerzas Armadas de la RDC (FARDC) antes de Butembo, un importante centro comercial.

Estos movimientos no son fortuitos. La captura de Bukavu y otras ciudades estratégicas refuerza las líneas de suministro de M23 con Ruanda, asegurando acceso a carreteras que conectan con regiones adyacentes y facilitando el flujo de tropas y recursos. Además, el control del lago Kivu y la cuenca del río Rusizi otorga a M23 y Ruanda beneficios económicos significativos, como la capacidad de gravar la pesca local, el comercio de minerales y la explotación de metano, un recurso que ya genera un tercio de la electricidad de Ruanda.
La Ineficacia de las FARDC y la Búsqueda de Apoyo Externo
El éxito de M23 se debe en gran parte a la ineficacia de las FARDC, un ejército plagado de corrupción, lealtades divididas y falta de equipamiento desde su creación en 2003. Las tropas congoleñas han abandonado posiciones clave sin resistencia significativa, como ocurrió en Bukavu el 13 de febrero, cuando soldados, milicias aliadas y fuerzas burundesas huyeron ante la falta de apoyo aéreo. Esta debilidad ha llevado al gobierno del presidente Félix Tshisekedi a buscar ayuda externa más efectiva. Sin embargo, aliados tradicionales como Burundi y la Comunidad de Desarrollo de África Austral (SADC) han reducido su apoyo, mientras que Chad y Sudáfrica podrían desempeñar un papel más activo en el futuro.
Presión Internacional sobre Ruanda
Occidente, liderado por Estados Unidos y la Unión Europea, ha intensificado la presión sobre Ruanda para que retire su apoyo a M23. El 20 de febrero, EE. UU. sancionó al general retirado James Kabarebe, acusado de ser un enlace clave con M23, y a empresas vinculadas al portavoz del grupo. Francia, Alemania y el Reino Unido también han exigido a Ruanda que cese su respaldo y se retire del territorio congoleño. Estas sanciones podrían tener un impacto significativo, dado que un tercio del presupuesto ruandés depende de la ayuda extranjera. Sin embargo, el presidente Paul Kagame ha declarado que no se dejará intimidar, lo que sugiere una postura desafiante ante la comunidad internacional.
Consecuencias Humanitarias
La ofensiva de M23 ha desencadenado una crisis humanitaria masiva. La captura de Goma y Bukavu ha restringido el acceso a agua, electricidad y ayuda humanitaria, mientras que el cierre de aeropuertos como el de Kavumu ha paralizado las operaciones de emergencia. Más de 150,000 personas han sido desplazadas en Kivu del Sur, y al menos 70,000 han huido de campos de refugiados en Kivu del Norte. Además, la ONU ha denunciado abusos de derechos humanos por parte de M23, incluyendo asesinatos extrajudiciales y violencia sexual, agravando una situación ya desesperada.
Perspectivas Futuras
A pesar de los intentos de negociaciones, como las propuestas en las cumbres de la Comunidad de África Oriental (EAC) y la SADC, las conversaciones de paz están estancadas. M23 y Ruanda buscan un acuerdo que legitime su control sobre el este de la RDC, pero Tshisekedi es poco probable que acepte tales demandas, ya que socavarían su autoridad en Kinshasa. Mientras tanto, la incapacidad de las FARDC y la falta de un frente unido internacional sugieren que M23 podría continuar su avance, consolidando su poder en la región.
Sudán: Juegos de Poder Internacionales y Violencia Interna
En Sudán, el conflicto entre las Fuerzas Armadas Sudanesas (SAF) y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) se ha complicado aún más por la intervención de actores externos y una escalada de violencia interna. A medida que la guerra civil evoluciona, Sudán se convierte en un tablero geopolítico donde Rusia e Irán buscan expandir su influencia, mientras las RSF intentan establecerse como un gobierno paralelo.
Sudán Internacional: Rusia e Irán en el Mar Rojo
En febrero de 2025, el gobierno SAF reconocido internacionalmente firmó acuerdos con Rusia e Irán que podrían transformar la dinámica estratégica en el Mar Rojo y el Mediterráneo. Rusia reafirmó su compromiso de establecer una base naval en Port Sudán, un proyecto que data de 2017 pero que ahora cobra urgencia tras la caída del régimen de Bashar al Assad en Siria en diciembre de 2024. Esta base permitiría a Rusia proyectar poder hacia el flanco sur de la OTAN y reducir su dependencia de Tartus, Siria, como centro logístico.
Por su parte, Irán busca una base naval propia en el Mar Rojo para apoyar a su “Eje de Resistencia” y facilitar ataques contra el transporte marítimo internacional. Aunque las SAF rechazaron una solicitud directa de Irán en 2024, la cooperación entre Rusia e Irán podría permitir a este último operar desde la base rusa en Port Sudán, aprovechando una relación ya demostrada en Siria.
Estos movimientos tienen implicaciones globales. Una presencia naval rusa e iraní en el Mar Rojo amenaza la seguridad del comercio internacional, especialmente en el Golfo de Adén y el Canal de Suez, y refuerza la capacidad de grupos como los hutíes en Yemen para atacar barcos occidentales e israelíes.
Situación interna en Sudán: Las RSF y la Guerra Civil
Internamente, Sudán enfrenta una lucha por la legitimidad entre las SAF y las RSF. El 21 de febrero, las RSF y sus aliados planean formar un “Gobierno de Paz y Unidad” en Nairobi, buscando presentarse como la autoridad legítima en las zonas bajo su control, principalmente en Darfur y el suroeste. Este anuncio responde a los planes de las SAF de establecer su propio gobierno el 8 de febrero, mientras avanzan militarmente en Jartum, cercando a las RSF en la capital.
Sin embargo, este conflicto va más allá de la política. Las RSF han intensificado sus atrocidades contra civiles, matando a más de 200 personas en el estado de Nilo Blanco entre el 15 y el 18 de febrero y bombardeando el campo de refugiados de Zamzam en Darfur. Estas acciones, calificadas como genocidio por Estados Unidos en enero de 2025, reflejan un patrón de violencia indiscriminada que ha desplazado a millones y exacerbado la crisis humanitaria en el país.

Implicaciones a Largo Plazo
El establecimiento de gobiernos paralelos en Sudán podría fragmentar aún más el país, dificultando cualquier esfuerzo de reconciliación. La intervención de Rusia e Irán, combinada con la incapacidad de la comunidad internacional para imponer un alto el fuego, sugiere que Sudán seguirá siendo un punto de conflicto prolongado, con repercusiones para la estabilidad en el Cuerno de África y más allá.
En Resumen
Tanto en la RDC como en Sudán, los conflictos actuales son el resultado de dinámicas locales complejas agravadas por intereses externos. En la RDC, el apoyo de Ruanda a M23 amenaza con desestabilizar aún más un país rico en recursos pero frágil en gobernanza. En Sudán, las ambiciones de Rusia e Irán se entrelazan con una guerra civil brutal, convirtiendo al país en un campo de batalla proxy.
Estos eventos no solo afectan a las poblaciones locales, que enfrentan desplazamientos masivos y abusos, sino también a la seguridad global. La comunidad internacional, dividida en sus enfoques, debe encontrar un equilibrio entre presión diplomática, sanciones efectivas y apoyo humanitario para evitar que estas crisis escalen aún más.