
El conflicto sirio continúa desarrollándose en un complejo entramado de operaciones encubiertas y enfrentamientos internos, como quedó patente el pasado 16 de febrero de 2025. Ese día, un ataque con drones ejecutado por una coalición internacional liderada por Estados Unidos golpeó un vehículo cerca de Urum al-Jawz, en la provincia de Idlib, matando a sus tres ocupantes. Aunque las autoridades estadounidenses no han confirmado oficialmente los detalles, fuentes locales y medios sirios han identificado a una de las víctimas como Abu Bakr Murek, un comandante de campo de Hay’at Tahrir al-Sham (HTS), el grupo dominante en la región. Este incidente plantea preguntas sobre las motivaciones detrás del ataque y su impacto en el frágil equilibrio de poder en el noroeste de Siria.

Abu Bakr Murek: ¿Víctima de la Yihad o de una Purga Interna?
Abu Bakr Murek no era una figura menor dentro de HTS. Como comandante de campo, lideraba operaciones clave en Idlib, pero su muerte ha desatado especulaciones sobre su relación con la cúpula del grupo. Según informes de medios locales y analistas, Murek y los dos combatientes extranjeros que lo acompañaban —cuyas identidades aún no han sido reveladas— podrían haber mantenido desacuerdos ideológicos con Abu Mohammad al-Julani, el líder de HTS y autoproclamado «presidente» de facto de la región. Mientras al-Julani ha trabajado por consolidar un gobierno centralizado y pragmático en Idlib, alejándose de su pasado yihadista con Al-Qaeda, algunos dentro de HTS, como Murek, habrían abogado por una visión más democrática o menos autoritaria para el futuro de Siria.
Esta narrativa no es nueva. Desde que asumió el liderazgo de HTS en 2017, al-Julani ha enfrentado críticas internas por su estilo de mando, que muchos describen como autocrático. En los últimos años, varios comandantes y facciones disidentes han sido marginados o eliminados, ya sea por acciones internas de HTS o por ataques externos que, casualmente o no, han beneficiado su consolidación de poder. La muerte de Murek podría encajar en este patrón, aunque no hay evidencia concluyente de que HTS haya colaborado directamente con la coalición en este caso.

Una Visita Simbólica y un Ataque Oportuno
El timing del ataque añade una capa de intriga. El mismo 16 de febrero, al-Julani realizó su primera visita oficial a Idlib tras asumir formalmente el título de «presidente» el 29 de enero de 2025, tras la disolución de HTS como organización armada y su integración en las instituciones estatales sirias. Esta visita, cargada de simbolismo, buscaba reforzar su legitimidad ante la población y la comunidad internacional, presentándose como un gobernante civil en lugar de un líder yihadista. Que el ataque contra Murek ocurriera ese mismo día plantea interrogantes: ¿fue una mera coincidencia o una maniobra que, intencional o no, fortaleció la posición de al-Julani al eliminar a un posible rival interno?
Estados Unidos tiene un historial de operaciones con drones en Idlib dirigidas contra figuras yihadistas, como las que eliminaron a líderes del Estado Islámico Abu Bakr al-Baghdadi (2019) y Abu Ibrahim al-Hashimi al-Qurayshi (2022). Sin embargo, este ataque contra un miembro de HTS, un grupo que ha intentado desvincularse del terrorismo global y negociar su salida de las listas internacionales de organizaciones terroristas, sugiere un posible cambio táctico. Podría tratarse de un gesto calculado para apoyar a al-Julani en su esfuerzo por estabilizar Idlib, eliminando elementos que desafíen su autoridad.
Implicaciones Más Amplias
El ataque tiene múltiples lecturas. Por un lado, reafirma la presencia activa de Estados Unidos en Siria, incluso tras la caída del régimen de Assad en diciembre de 2024. La coalición liderada por Washington sigue considerando a Idlib un foco de actividad extremista, y la eliminación de figuras como Murek podría ser parte de su estrategia antiterrorista más amplia. Por otro lado, el contexto interno de HTS sugiere que este evento podría ser aprovechado por al-Julani para neutralizar disidencias y consolidar su liderazgo en un momento crítico de transición política.
Sin embargo, la falta de un comunicado oficial de la coalición deja espacio para la especulación. ¿Fue Murek un objetivo puramente yihadista, o su muerte sirvió también para enviar un mensaje a HTS sobre los límites de su autonomía? La ambigüedad beneficia a al-Julani, quien puede presentarse como un líder bajo presión externa mientras refuerza su control interno.
En Resumen
El ataque del 16 de febrero en Idlib no es solo otra operación militar en la larga guerra siria; es un reflejo de las complejas dinámicas entre actores locales e internacionales. Si bien Estados Unidos podría estar buscando ganarse el favor de al-Julani al eliminar a sus rivales internos, también mantiene la presión sobre HTS para que abandone cualquier vestigio de extremismo. Para al-Julani, la muerte de Murek es una oportunidad para proyectar fuerza y estabilidad, pero también un recordatorio de que su legitimidad sigue bajo escrutinio.
A medida que Idlib navega por esta nueva fase post-Assad, eventos como este subrayan la fragilidad de la región y la interacción entre intereses externos y luchas internas. El futuro de Siria, y de al-Julani como su posible gobernante, dependerá de cómo gestione estas tensiones en los meses venideros.