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Quién es Muhammad al-Julani

enero 10, 2025

Abu Mohammad al-Julani, cuyo nombre real es Ahmed Hussein al-Sharaa, es una figura central en la tumultuosa historia reciente de Siria. Nacido el 29 de octubre de 1982 en Riad, Arabia Saudí, en el seno de una familia siria sunita originaria de los Altos del Golán, al-Julani ha pasado de ser un militante yihadista de bajo perfil a convertirse en el presidente de facto de Siria desde el 29 de enero de 2025. Su trayectoria está marcada por una mezcla de radicalismo, pragmatismo y una notable habilidad para adaptarse a las circunstancias cambiantes, lo que lo ha convertido en uno de los personajes más complejos y controvertidos de la guerra civil siria.

Orígenes y Radicalización

Al-Julani creció en Damasco, adonde su familia regresó a finales de los años 80 tras el exilio en Arabia Saudí. Su padre, Hussein al-Sharaa, fue un nacionalista árabe que apoyó las ideas de Gamal Abdel Nasser y sufrió persecución bajo el régimen baazista en Siria, lo que lo llevó a buscar refugio en el extranjero. La familia de al-Julani tiene raíces en los Altos del Golán, un territorio ocupado por Israel desde 1967, un hecho que él mismo ha citado como influyente en su elección del sobrenombre «al-Julani» (en referencia al Golán). Durante su juventud en Damasco, fue descrito como un joven reservado, estudioso e introvertido, con un interés temprano por los medios de comunicación, carrera que comenzó a estudiar en la universidad antes de abandonarla.

Su radicalización comenzó a finales de la adolescencia, influenciada por la Segunda Intifada palestina en 2000. En una entrevista con Frontline en 2021, al-Julani afirmó que este evento lo llevó a reflexionar sobre su deber de «defender a los oprimidos». En 2003, poco antes de la invasión estadounidense de Irak, abandonó sus estudios y se unió a Al-Qaeda en Irak (AQI), liderada por Abu Musab al-Zarqawi. Durante tres años, participó en la insurgencia iraquí, adquiriendo experiencia en combate y organización. En 2006, fue capturado por fuerzas estadounidenses y pasó cinco años en prisiones como Abu Ghraib y Camp Bucca, lugares que se convirtieron en caldos de cultivo para la radicalización y las redes yihadistas.

El Ascenso en Siria: De Al-Nusra a HTS

Tras su liberación en 2011, coincidiendo con el estallido de la revolución siria contra Bashar al-Assad, al-Julani regresó a Siria con un mandato claro de Ayman al-Zawahiri, líder de Al-Qaeda, y Abu Bakr al-Baghdadi, entonces líder del Estado Islámico de Irak (ISI). Su misión era establecer una filial de Al-Qaeda en el conflicto sirio. En enero de 2012, fundó el Frente al-Nusra (Jabhat al-Nusra), que rápidamente se destacó como una de las facciones más efectivas y disciplinadas de la oposición armada. Desde su bastión en la provincia de Idlib, al-Julani lideró operaciones contra el régimen de Assad, apoyado por una combinación de combatientes locales y extranjeros.

En 2013, su relación con Al-Baghdadi se fracturó cuando este intentó fusionar al-Nusra con el recién creado Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIS). Al-Julani rechazó la subordinación y reafirmó su lealtad a Al-Zawahiri, marcando una ruptura definitiva entre las dos organizaciones. Este enfrentamiento lo posicionó como un líder independiente, aunque aún alineado con los objetivos globales de Al-Qaeda. En mayo de ese año, el Departamento de Estado de EE.UU. lo designó «Terrorista Global Especialmente Designado» y ofreció una recompensa de 10 millones de dólares por su captura.

A medida que la guerra evolucionaba, al-Julani mostró un pragmatismo notable. En julio de 2016, anunció la disolución del Frente al-Nusra y su transformación en Jabhat Fateh al-Sham (JFS), rompiendo oficialmente con Al-Qaeda. Este movimiento buscaba desvincularse de la «marca tóxica» de la red global y atraer apoyo tanto de otras facciones rebeldes como de actores internacionales. En 2017, JFS se fusionó con otros grupos para formar Hayat Tahrir al-Sham (HTS), consolidando su control sobre Idlib y estableciendo una administración civil que incluía impuestos, servicios públicos y emisión de identificaciones.

Reinvención y Poder en Siria

La trayectoria de al-Julani dio un giro aún más dramático en 2024, cuando lideró las ofensivas de la oposición que culminaron con la caída del régimen de Assad en diciembre de ese año. Como emir de HTS, transformó el grupo de una organización yihadista a una fuerza revolucionaria con aspiraciones de gobernanza. En Idlib, intentó proyectar una imagen más moderada, prometiendo proteger a las minorías religiosas y étnicas y enfocándose en la reconstrucción nacional en lugar del yihadismo transnacional. Sin embargo, su gobierno no estuvo exento de críticas: en marzo de 2024, protestas masivas en Idlib bajo el lema «Isqat al-Julani» («Abajo Julani») denunciaron brutalidad y autoritarismo, a lo que respondió con concesiones como la liberación de detenidos y promesas de elecciones locales.

Tras la toma de Damasco, al-Julani emergió como el líder de facto de Siria, asumiendo formalmente la presidencia el 29 de enero de 2025. Su discurso se ha suavizado aún más, abogando por un modelo pluralista y buscando el respaldo de países del Golfo, como Arabia Saudí, mientras intenta desvincular a HTS de las listas terroristas internacionales. No obstante, su pasado yihadista sigue generando escepticismo. Analistas como Thomas Pierret han descrito su evolución como la de un «radical pragmático», capaz de ajustar su retórica y estrategia según las necesidades del momento.

En Resumen

Abu Mohammad al-Julani es una figura de contrastes: un exmilitante de Al-Qaeda que ahora busca legitimidad internacional, un líder acusado de abusos que promete estabilidad. Su capacidad para navegar las complejidades de la guerra siria lo ha llevado al centro del poder, pero su éxito dependerá de si puede superar las sombras de su pasado y las expectativas de un pueblo agotado por décadas de conflicto. Mientras Siria enfrenta un futuro incierto, al-Julani sigue siendo un enigma, un hombre cuya historia aún está lejos de concluir.

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